miércoles, 9 de febrero de 2011

UN MINUTO DE SILENCIO

Permitidme que pida un último minuto silencio,
no me quedan más. Los he gastado hace tiempo.

He gastado 10 minutos de silencio
por los muertos de otras tantas guerras,
y por los vivos que aguantaron
pero han de vivir ahora las ruinas y las ausencias.

He gastado 100 minutos de silencio
por otras tantas vidas de mujeres
que calleron abrazadas a la bandera de un amor
que, como la patria, te fusila si no eres complaciente.

He gastado 1.000 minutos de silencio
por casi todos los pueblos originarios que nos legó la historia
y que la simiente de la avaricia, del oro negro,
nos pretende arrebatar.

He gastado 10.000 minutos de silencio
por tantas de las injusticias que veo cada día
en los barrios, en los bares, en las esquinas de los colegios,
en la autoridad azul que decide extradiciones.

He gastado 100.000 minutos de silencio
en pedir, en exigir de una vez, un salario digno,
una vivienda accesible, un reparto equitativo,
una paz duradera, una economía más justas,
una justicia más humana, una existencia más autentica
una vejez tranquila y en la medida de los posible,
una muerte más dulce.

He despertado esta mañana
los minutos de silencio a mis espaldas,
y he descubierto que los minutos de silencio
nunca han ganado batallas.

Tal vez, es hora ya, de convertir los minutos de silencio,
en pedradas.

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