Alguien equivocó mi nombre al llamar a la puerta. Era aún de madrugada.
No me buscaban a mi, pero a pesar de todo me despertaron. Tuve que abrir la puerta.
La luz del pasillo era un fluorescente titilante; o eso o es que era tartamundo o tal vez tímido.
"El señor Gonzalez supongo. Siganos". Me invitaron a cruzar una puerta.
Tras ella se hizo tarde para gritar.
Debí haber informado antes de que yo no era el señor Gonzalez...
pero claro, una vez que mi sangre brotaba,
mi versión ya no era creible.
domingo, 6 de marzo de 2011
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