miércoles, 5 de octubre de 2005

Levantando patrias


Hay quien dice
que no hay que hacer nada;
es lo útil, lo lógico, lo razonable.
Que la historia siempre fue así,
que así seguirá siendo.

Hay quien dice que luchar
es perder cada día un poco
y no se mueven,
no lloran, no gritan, no ríen.
Y se miran orgullosos de su nada,
satisfechos de su estar pasivo,
y le ponen medallas a su quietud
pensando que están levantando patrias,
que están levantando patrias...

Y forjan grilletes y cadenas
para ellos, para todos, sonriendo
inconscientes tras las rejas.
Proclamando que son libres
entre los muros de su celda.

No se puede hacer nada afirman,
y no lo hacen. No hace falta.
Y se mueren convencidos
de que estan levantando patrias,
que estan levantando patrias...

Sacan en procesión
los laureles de batallas vetustas,
mientras se llenan la boca
de lapidarias palabras castrenses
y desenfundan el sable del honor
y la muerte... y la muerte.

Hablan de paz, de cementerios,
de grises días guiados
por mano de hierro
y niegan lo que no entienden
convencidos de estar levantando patrias,
que están levantando patrias...

Se les cae el desprecio
de cada mirada,
su hombro es un observatorio al mundo,
y afirman, seguros de si mismos,
que por encima sólo Dios.

Inventan ira y desdén
para los que no visten su uniforme
ni caminan bajo su bandera,
ni bajo bandera alguna,
y les odian, orgullosos
de estar levantando patrias,
de estar levantando patrias...

Tras enlutadas capillas
ruegan por las almas
vestidas de cuerpos
que no conocen su credo,
que no necesitan su credo.
Y temerosos de su Dios colérico
ofrecen oro en sus altares
para sobornar su culpa
mientras rezan al Dios de los hombres
para levantar patrias,
levantar patrias...

Y es cierto; están levantando patrias,
pero por el cuello

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