lunes, 5 de septiembre de 2005

La carcel de la ternura

La convenció de que la eternidad
no es tanto tiempo.
Que como viene se va
que las palabras no son verdad
si no se las lleva el viento.

Se cansó de mirar de reojo
el balcón de pecados carnales.
Abandonó el adosado a sus ojos
puso en venta el baul de postales
todas sin remitente, todas sin fotos.

Escapó de la carcel de su ternura
buscando en la basura
un corazón que no pida razones
unos besos con factura.

Que tarde llega el destino
a meter mano a la risa;
perdí en la misma noche
la vergüenza, el sueño y la visa.

Se subió conmigo en el coche
la reina de los besos sin prisa;
la factura del tiro de grifa
a la cuenta del bar del Derroche.

No hay comentarios: