jueves, 12 de enero de 2006

Viaje al maldito subconsciente


Dejadme que os hable de la muerte, del dolor, de la destrucción del alma, de la aniquilación de las mentes.
Hablemos de ese sotano oscuro, de ese calabozo donde desterramos todas nuestras derrotas y tras enfundarlas una mascara de hierro dejamos que el tiempo las pudra.
Hablemos del subconsciente. De ese recóndito lugar donde encerramos todos nuestros fantasmas, donde almacenamos todas nuestras miserias. Ese basurero ruin y banal donde nadie de atreve a revolver porque su olor nos produce nauseas.
Allí donde dejamos olvidada toda nuestra hipocresía, todas nuestras bajezas, nuestros instintos más básicos y crueles son encerrados en esta habitación lúgubre y su llave tirada al mar.
Durante años vivimos ajenos a la podredumbre que poco a poco va corroyendo el alma.
Nos olvidamos de todo aquello que condenamos a esas galeras infernales, sin darnos cuenta de que en el interior de nuestra existencia, en el sancta santorum de nuestra mente está germinando la más devastadora de las revoluciones.
Sus hordas asesinas reducirán a escombros el ya de por si ruinosos edificio de nuestros sentimientos. Todas nuestras creencias se vendrán abajo como un castillo de naipes. Nuestros instintos se verán a la deriva, entregados a una tormenta destructora, llevados sin voluntad a un naufragio irremediable.
Todo lo que tomábamos como firmes pilares de nuestro ser interior, aquello de lo que nunca podríamos dudar que fallaría, se desplomará sobre nuestras cabezas aplastando todo en lo que confiabamos.
Y demolidas las paredes que mantenían cautivos a todos nuestros fantasmas, estos asesinarán el cuerpo.
Hipocresía, asco, dolor, muerte, destrucción, sangre, violencia.... todo saldrá al exterior en una vomitona repugnante de un ser que no puede ya escapar de las garras de la muerte.

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